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¿Con qué se come la ética?

Comer es una actividad que no reviste mayor preocupación que la del precio, peso y, sobre todo, antojo del hambriento. Por eso los vegetarianos son tan incómodos en la mesa, porque ponen sobre el tablero un motivo para hablar de lo que no se habla: la ética al comer.


El vegetarianismo, más que un estilo de vida, un hábito saludable o una defensa de los animales, es un acto de ética, esa mosca en la sopa en la que tenemos que pensar antes de coger la cuchara.


Elaboración: Lamesa.pe y Freepik.


¿Es ético comer un animal asesinado solo para alimentarnos? ¿Atragantarse con lo que para otros es una mascota? ¿Vivir a expensas de seres vivos que no tienen cómo defenderse? ¿Torturarlos para que tengan mejor sabor? Hablar con un proselitista del vegetarianismo es tan incómodo como comer frente a un hambriento.


En tiempos en que ni los profesionales discuten sobre la ética en su trabajo (¿lo hacen los publicistas? ¿Los chefs? ¿Los ingenieros alimentarios? ¿Los farmacéuticos?), la costumbre nos ha llevado a evitar estos dilemas o a que nos acaloremos discutiendo de ellos. Pro aborto o pro vida. Pena de muerte o cadena perpetua. Unión civil o matrimonio. Las disyuntivas son muy conocidas y nos llenan a todos la boca de argumentos.


¿Y qué pasa con lo que nos llevamos a la boca para comer?


Les decimos bárbaros a quienes sacrificaban animales para obtener una buena cosecha y tratamos de sádicos a los caníbales por comer una carne roja como las que hay en los mercados, pero atrofiamos el hígado de los patos para obtener un producto delicatesen. ¿Será que ante el placer de comer nuestros reparos éticos entran en dieta?

Los judíos pueden comer carne de vaca pero no cualquier parte.


Los judíos llaman kosher a los alimentos que son aptos para su consumo, basados en preceptos del Antiguo Testamento. Vacas sí, cerdos no. Animales marinos siempre que tengan dos aletas y escamas (cangrejos, camarones y langostas en la lista de los prohibidos). Liebres no y tampoco animales que se arrastren por el suelo.


La certificación Kosher es un sistema de control que identifica a los alimentos que sí están permitidos. La lista es larga e incluye alimentos derivados (lácteos) o que hayan usado animales “impuros” para su producción, así como aspectos relacionados a los hábitos alimenticios. En Perú, existe este registro que está debidamente acreditado ante Indecopi.


¿Son radicales, fundamentalistas y ortodoxos quienes deciden no comer algo por razones que no se relacionan con su beneficio? La máxima del consumismo es desear algo y hacer lo legalmente posible por conseguirlo. En esa línea es que nos volvemos depredadores, despilfarradores, egoístas y glotones. Pero, sobre todo, nos hace necios ante un término que debería ser tan común como la sal o el azúcar.


En California está prohibida la venta de foie gras (hecho con hígado graso de patos y gansos) por el maltrato que se le produce al animal. Fuente: El Comercio.


Ética: esa inocente actitud de actuar siguiendo nuestra conciencia aunque nadie nos vigile.


Yo, por mi parte, respeto el derecho de los demás a comer y engordar como les plazca, pero siento el deber ético de compartir lo información que tengo sobre el proceso de ese animal hecho comida y que no aparece en la lista de ingredientes del envase. Hace poco, comiendo en un restaurante vegetariano de mesas compartidas oía a mis vecinos hablar sobre lo saludable y beneficioso que es tal o cual plato.


Parecía un convencimiento, un autoengaño, muy similar a eso que muchos llaman fe.


Yo seguí comiendo mi tofu (sobre el cual también podría haber reparos éticos no animalistas) aunque con menos ganas de sentirme en un templo del vegetarianismo que en un merendero libre de culpas. Mi proselitismo, por cortesía, lo guardo para cuando me preguntan por mi dieta o cuando la carne está lejos del tenedor del prójimo.

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