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Vegetariano por un año

16 de diciembre de 2014. Ese día –aún no sé por qué razón– se me ocurrió volverme vegetariano.


No era un acto de rebelión, ni un examen de conciencia. Tampoco una de esas resoluciones que brotan a fin de año. No fue por una apuesta o una prueba de firmeza.


No era por moda, por una epifanía ni una restricción médica. Me pareció más bien una escala necesaria para reflexionar sobre el necesario acto de comer y en lo que se ha convertido.

Llevaba dos años y medio, 30 meses, escribiendo sobre gastronomía para un periódico local, donde empecé publicando un artículo sobre las hamburguesas, y otros 30 años comiendo carne en todas sus formas, cuando se me ocurrió volverme vegetariano. Antes había querido ser artista, revolucionario, budista, surrealista, psicoterapeuta y, desde siempre, escritor.


Pero esto era distinto, me movía un impulso puntual y realizable: cumplir un objetivo, llegar a una meta y, una vez allí, mirar a atrás y hacer un balance ético, dietético y estético. Ser vegetariano al menos por un año (365 días) y dejar por escrito esta accidentada experiencia. Indagar sobre este estilo de vida, entender las causas, encuentros y desencuentros, que ocasiona en la sociedad.


Desde el colegio nos enseñan que existen especies carnívoras, herbívoras y omnívoras. Por alguna razón, quizá el libre albedrío, la especie humana decidió que quería comer de todo, siempre que no faltase la carne en el menú diario.


La presa, como si aún la cazáramos, parece imprescindible sobre la pila de arroz, o troceada junto a las verduras, en la dieta peruana.


Pobres, ricos y glotones han delimitado su alimentación a lo que camina, corre y duerme en cielo, mar y tierra, sin muchos cuestionamientos. En Crónicas Vegetarianas no busco pontificar sobre la crueldad contra los animales, la irracionalidad alimenticia de la “civilización” o la bondad de la comida silvestre. Aunque a veces así lo parezca.


Tan solo reflexionar, comprender las dudas y cuestionamientos de los que son, no son y buscan ser vegetarianos. No para convencerlos de adoptar esta doctrina, pero al menos para sentarlos a la misma mesa y debatir civilizadamente. Investigar este tema y “encarnar” el vegetarianismo tiene más de privación que de conveniencia, aunque siempre quede lugar para la creatividad culinaria.


Por eso, además de las vivencias del autor y sus reflexiones, haré entrevistas, visitaré lugares y compartiré ideas, recetas, libros, blogs y tips para ser veggie sin perder el apetito. Para muchos, ser vegetariano parece una condena. Aquí queremos quitarle el velo al fantasma que aúlla que “no se puede vivir sin carne” y mostrar las opciones que están madurando aunque algunas sigan verdes.


PS: En marzo de 2015 volví a comer carne. Pasé casi 80 días de vegetariano puro, con leves excepciones. Luego seguí una dieta variable pero con menos carne. Este blog empieza a publicarse tras un año de conocer el vegetarianismo, con nuevos objetivos e ideas para, esta vez sí, llegar al año.


Deséenme suerte.

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